Cartas de June
Hace unos meses recibí como regalo un libro, el cual habla sobre las relaciones entre padres e hijos. Al comenzar del libro, el autor cuenta sobre sus tres hijos, pero menciona con más constancia a June, su hija menor, quien al volverse una mujer adulta, le regalo una carta a su padre.
En esta carta, June, agradecía a su padre por todo lo que él había representado en su pasado y continuaba representando en su presente. Simbólicamente, June liberaba a su padre de cualquier culpa y reiteraba que su padre siempre había hecho lo correcto con respecto a su cuidado.
Con el pasar de los años, uno aprende que los regalos más valiosos que se dan en la vida, no tienen valor monetario, y con esto en mente, decidí hacerle a mi padre un regalo similar al que June le había dado a su padre.
Querido Padre,
Gracias por ser mi primer amor. Gracias por amarme sinceramente desde el primer día. Gracias por guardarme en tu chaqueta cuando tenía frío o simplemente prefería resguardarme en el calor de tu pecho. Gracias por hacerme creer que podía ser una vendedorita de joyas o cualquier cosa que me propusiera ser. Gracias por ser el hombre que fuiste toda mi vida y por siempre estar a un segundo de distancia cuando te necesito.
Recuerdo con mucho amor los viajes que hicimos cuando nuestra familia era pequeñita y las memorias de todas las aventuras que creamos en los caminos a la playa. Recuerdo cuando me paraba a tu lado y regulaba lo velocidad a la que manejabas. Recuerdo cuando me colgaba de tu cuello en la piscina de los hoteles y te pedía que nades de un lado al otro. Recuerdo cómo disfrutabas comer mariscos frescos en nuestras vacaciones. Recuerdo tu risa el día que mi hermano agarro la cuchara con ají y se la metió en la boca.
Recuerdo nuestro primer hogar, cuando vivíamos bajo la casa de los abuelitos. Recuerdo cuando construimos nuestra casa en el Valle. Recuerdo sembrar los árboles de limón, chirimoya y pino. Recuerdo cuando íbamos a cazar uvillas en el patio y nos las comíamos todas antes de siquiera llegar adentro. Recuerdo cuando convencí al jardinero de sembrar girasoles gigantes en todo el patio y recuerdo lo disgustado que te pusiste cuando los girasoles murieron y parecían personas muertas colgando en el patio.
Recuerdo la pasión por tus proyectos de aviones de madera, motores, baterías y robots. Recuerdo cuando intentabas engañarme y hacerme creer en magia con imanes y demás. Recuerdo como te gustaba mirar la Fórmula 1 los domingos en la mañana. Recuerdo tu colección gigante de libros y enciclopedias. Recuerdo tu cuidado delicado con los peces y tu amor infinito por la naturaleza. Recuerdo cuando me rescatabas de las arañas que aparecían en mi cuarto para siempre hacerme sentir a salvo. Todavía puedo cerrar los ojos y escuchar el sonido de tu guitarra tocando suavemente por las noches.
Quiero que sepas que todas estas memorias han significado mucho para mi. Todas estas historias han moldeado quien soy yo el día de hoy. Tu me enseñaste el valor humano de la vida y es gracias al amor y calor que tu y mi mamá me dieron que puedo apreciar todo lo que me rodea.
En mi corazón tengo la certeza de que siempre buscaste lo mejor para mi y nuestra familia. Que siempre actuaste con la mejor intención y que de igual manera, demostraste ser humano cuando erraste y aprendiste de tus errores.
Gracias por existir y por ser el mejor papá del mundo para mi.
Te amo con mi corazón entero, igual que desde el primer día que nos vimos.
Tu hija mayor,
Kitty
Mija qué hermosas palabras me has escrito. No sé qué otra cosa decir, salvo que me ha llegado al corazón. Voy a atesorar esta carta como uno de los momentos más tiernos que me ha dado la vida.